quarta-feira, 19 de dezembro de 2012
òtimo texto sobre 21 de Dezembro de 2012
Pensar en el fin del mundo es una interpretación incorrecta de las profecías mayas.
Por estos días millones de personas se están haciendo esta pregunta: ¿qué va a pasar el 21 de diciembre? En lo visible, probablemente nada, o al menos nada diferente a lo que ha estado ocurriendo en los últimos años. No va a ocurrir el fin del mundo anunciado tantas veces, en tantas épocas y en tantas culturas.
Pero en lo invisible, en lo intangible, con seguridad va a ocurrir algo grandioso: millones de seres humanos entrelazarán sus corazones y mentes para pensar, sentir, agradecer y honrar a la Tierra, a la Madre Tierra, nuestro Hogar.
La humanidad está pendiente desde hace varios años de lo que va a pasar el 21 de diciembre del 2012, fecha que erróneamente se ha anunciado como la del fin del mundo, según una profecía maya que en realidad nunca fue hecha en los términos apocalípticos que no pocos le han querido atribuir. Para tranquilidad de todos, los mayas nunca pronosticaron el fin del mundo.
Lo que sí hicieron fue cálculos astronómicos asombrosos, acompañados de una especial manera de contemplar el Universo y sus fenómenos, incluidos los ciclos del tiempo y la evolución de los seres en la Tierra: la cosmovisión maya.
¿Qué va a ocurrir ese día? No solo sucederá el solsticio de invierno para el hemisferio norte -que es para nosotros el fin de un ciclo estacional, relacionado con el fin de año-, sino que, de acuerdo con la cosmogonía maya, termina un ciclo de 5.125 años llamado Cuenta Larga, que se inició el 13 de agosto del 3114 a. C.
Lo extraordinario de esta coyuntura es que, según estudiosos mayas, en esta ocasión el Sol va a encontrarse en un punto de cruce particular de la Vía Láctea denominado 'Xibalbá be', relacionado con la llamada por los mayas Grieta oscura, cercana al centro de la galaxia, hecho que ocurre cada 25.600 años aproximadamente, el tiempo que tarda el Sol en recorrer todas las constelaciones zodiacales.
En ese particular momento -se presume- van a estar alineados la Tierra, el Sol y esa Grieta oscura, o el espacio vacío o negro de esta galaxia. En términos occidentales, esto parece significar que el Sol se situará en una posición especial en relación con un agujero negro galáctico (los agujeros negros son fenómenos ya bien conocido por los astrónomos modernos). Para los mayas, en esta Grieta mora Dios inmanifestado.
Por lo tanto, el 21 de diciembre del 2012 coincide con el final de tres calendarios: el estacional terrestre con el solsticio (365 días), el final del calendario de la Cuenta Larga Maya (5.125 años) y el final de un gran ciclo solar alrededor de las constelaciones zodiacales (25.600 años).
Procurando interpretar lo que han dicho ancianos y ancianas del Consejo Maya, y estudiosos de su sabiduría, al colocarse el Sol en esta posición el día 21 de diciembre, la humanidad va a entrar en un nuevo ciclo, un gran amanecer marcado por la energía de esa Grieta: luz divina, espiritualidad y conciencia.
Esta energía no va a penetrar de repente el 21 de diciembre. De igual forma que antes del amanecer ya se vislumbra un claridad, esta luz de conciencia ya ha comenzado a iluminar el planeta: desde hace alrededor de cinco años se han desarrollado prácticas en forma masiva que antes solo eran de dominio de unos cuantos: meditación, yoga, vegetarianismo, etc. Y se han sentado las bases de movimientos globales que defienden derechos tanto de seres humanos como de animales y plantas a todo nivel; redes sociales que apoyan causas en pro de la justicia, en especial la reivindicación de la mujer y los niños.
Por tratarse de un momento con un enorme sentido espiritual, de un evento profundamente constructivo y no destructivo, los ancianos mayas insisten en que no se le dé el carácter apocalíptico que se le está dando a esta fecha, debido a incorrectas interpretaciones de su saber ancestral por parte de investigadores y divulgadores occidentales.
Tanto es así que algunas de las instrucciones que han dado para prepararse correctamente para este día no tienen nada que ver con construir búnkeres, tener reservas de comida y agua o prepararse para el fin del mundo.
En el encuentro de Chichén Itzá del 22 de julio del 2011, los ancianos mayas aconsejaron "irse preparando con el cultivo de la alegría de vivir, el espíritu de unión en la familia, en cada grupo y en la sociedad, darle su lugar digno a la mujer, estudiar las tradiciones sagradas, acercarse a la naturaleza, cuidar la salud, comer de acuerdo con la estación del año; cultivar el amor en sus expresiones más elevadas en las relaciones con quienes nos rodean, compartir siempre nuestros logros y posesiones; practicar momentos de introspección; vestirse con colores claros y usar cortinas blancas en el hogar para aminorar los efectos de las radiaciones".
¿Qué hacer este viernes?
Los ancianos también subrayan que este evento ha concentrado la atención de la gran mayoría de la humanidad, gracias a la divulgación con que ha contado en los medios masivos de comunicación y, por ello, invitan a usar esta confluencia de pensamientos, emociones y expectativas para conformar una gran antena humana que reciba de forma consciente la energía que llegue ese día.
Que ese pensamiento colectivo esté enfocado en un solo objetivo: generar una gran fuerza espiritual que invoque y despierte la conciencia del cuidado, amor y compasión por todos los habitantes del planeta, incluidos no solo los humanos sino también los vegetales, los animales, las aguas, el aire, el suelo, el subsuelo. Para lograrlo no hay que hacer grandes cosas, pero sí buscar grandeza en la actitud de cambio.
Es pensar y sentir que estamos formando parte activa de una humanidad que madura y aprende a cuidar de todos y de todo a su alrededor, evitando los individualismos y construyendo una mentalidad colectiva de amor y de servicio.
Es imaginarnos y sentirnos vinculados por lazos de paz, como si formáramos parte de una gran red que nos une a todos los humanos, red que se vuelve una antena que recibe esa energía generada no solo por la posición de los astros, sino por la convergencia de tantos corazones preocupados por el futuro de la humanidad, procurando dar lo mejor de sí.
Se trata de trabajar juntos en unidad de propósitos, dispuestos a despertar las capacidades, talentos y virtudes que nos hacen realmente humanos. Buscar que nuestras mentes y corazones unidos formen, al menos por un día, una sola humanidad, preocupados y dispuestos a las acciones que ayuden al planeta , entendido no solo como la estructura terrestre, sino incluyendo a todos los seres que lo habitamos.
Ese día, en el mundo entero habrá personas de diferentes culturas, lenguas y religiones haciendo rituales, ofrendas, meditando y orando. Todos en comunión, más allá de las barreras raciales, sociales, religiosas o lingüísticas.
Si puede hacerlo, vaya al campo, conéctese con la Tierra en su dimensión más pura. Irradie felicidad y pensamientos positivos.
Participe con otros en las muchas actividades positivas que van a llevarse a cabo ese día. Ore por el bienestar de sus familiares, amigos y de las personas con las que ha tenido diferencias o enemistad. Piense en los demás antes de pensar en su propio beneficio. Interiorice que usted es uno más de un colectivo que, si hace el bien y todos procuramos hacer lo mismo, habrá felicidad, alegría y paz.
Si está en la ciudad, haga lo mismo, congregándose con personas que busquen el mismo propósito de amor y servicio; o vaya, así sea por pocos minutos, a un centro de oración en el que se sienta cómodo: iglesia, oratorio, sinagoga, mezquita -por mencionar algunos-. Será una oportunidad única en la que usted puede estar seguro de que una parte importante de la humanidad estará haciendo lo mismo.
Con la llegada del 21 de diciembre, el conocimiento maya alcanzará algo extraordinario: lograr que confluyan, a lo largo y ancho del planeta, millones de voluntades en un mismo propósito.
Será, como dicen los mayas, el principio de un nuevo ciclo en el cual todos formaremos parte consciente de una profunda y positiva transformación de la humanidad y del planeta.
De:
Elsa Lucía Arango
Para EL TIEMPO
Sobre la autora de la nota
De Manizales, Elsa Lucía Arango se graduó en Medicina en la Universidad Javeriana. Se especializó en terapias alternativas. Es una de las expertas en bioenergética más reconocidas del país.
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